Carta a los Reyes Magos, a Papá Noel o Algún Ministro que Quiera Escuchar


“(…) Entonces creo que me merezco, que nos merecemos todos, un buen regalo: que nuestra casa sea nuestra de verdad. Ya lo sé que puede parecer absurdo que pida algo que ya tengo, pero el caso es que me temo que realmente no me pertenece y el día menos pensado la voy a perder”
“Yo pido un pequeño milagro: que todas las deudas sean perdonadas y que no haya más usura. No sólo que se perdonen las deudas de los países en vía de desarrollo, si no que se perdonen también las de los “excesivamente desarrollados” (…) Pido que DEJEMOS DE SER ESCLAVOS DE LOS BANCOS y del dinero como deuda. Pido que volvamos a una economía de riqueza tangible, en que el comercio vuelva en las manos de trabajadores, emprendedores y familias. Pido que se vuelva a las monedas que conocíamos antes, que todos los servicios se puedan pagar dinero en mano, sin pasar necesariamente por una cuenta virtual. Creo que YA HEMOS APRENDIDO LA LECCIÓN. Ya basta de pagar por pagar y tener cada vez menos”
Lisa V.
 

Con crudeza pero con esperanza, una jóven española se desahoga sobre las injusticias de la banca, la crisis inmobiliaria y las mentiras del Sistema monetario. Tal vez ni los Reyes Magos  ni Papá Noel le puedan ayudar, pero el 2012 y el cambio de paradigma lo harán…

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Queridos Reyes Magos, o Papá Noel, o Ministro que quiera escuchar

Tengo 30 años ya cumplidos y me da un poco de vergüenza creer que no sólo existáis, si no que tengáis la bondad de leer esta carta. Pero voy a atreverme, porque todos tenemos derecho a una felices fiestas. ¡Llevo años sin pedir nada y casi sin celebrar!

Este año me he portado muy bien: he trabajado mucho, más de 40 horas semanales a veces, haciendo malabares con 3 empleos en un momento dado. He pagado puntualmente todos mis impuestos, mis multas, mis deudas,… aunque ha significado renunciar a varias cosas.

He pagado en seguida al mecánico, al médico y al veterinario. He sido paciente y he perdonado a los que no me podían pagar. A los que me hacían favores los he pagado con más favores y a veces con pasteles también. He cuidado de mis seres queridos lo mejor que he podido cuando se enfermaban, comprando medicinas y suministrándoselas. He mantenido el contacto con mis amigos aunque estén lejos, costeando llamadas que no siempre iban incluidas en la tarifa de datos de mi teléfono. Digamos que este año he intentado contribuir activamente a la buena economía del país.

Quizás haya muchos más ciudadanos que lo hayan hecho, de forma honesta y regular.

Entonces creo que me merezco, que nos merecemos todos, un buen regalo: que nuestra casa sea nuestra de verdad. Ya lo sé que puede parecer absurdo que pida algo que ya tengo, pero el caso es que me temo que realmente no me pertenece y el día menos pensado la voy a perder.

Como en 2005 acababa de obtener mi primer puesto de trabajo fijo, pensé que era un buen momento para comprar casa. Las hipotecas entonces se daban como caramelos  y con mi novio decidimos que en lugar de casarnos invertiríamos directamente en un hogar. Digamos que el banco nos casó por 30 años, y a nosotros nos parecía muy bien, más de lo que normalmente dura un matrimonio medio.

Desde entonces hemos trabajado para pagar no sólo las letras, si no un sin fin de mejoras. Mientras tanto los intereses han subido. La gasolina ha subido. Los impuestos han subido. Pero los sueldos no.

Mi casa me gusta, la escogimos con esmero y la remodelamos a nuestro gusto. El domingo una pareja vendrá a ver mi casa y no sé si desear que me la compre, porque tuve que poner un precio muy inferior a lo que realmente me ha costado y con suerte así podríamos como mucho liquidar la deuda con el banco, pero nos quedaríamos sin nada. 6 años de dinero tirado, mucho más de lo que nos habríamos gastado en un alquiler.

Pero si no vendemos ahora, los precios seguirán bajando y cuando ya no podamos pagar más el banco se quedará nuestra casa por la mitad de lo que la tase ahora, que es ya la mitad de lo que tasó en 2005. ¡Y aún tendríamos que pagar por una casa que nos han quitado!

El agente de la inmobiliaria nos avisó que los bancos ya no dan créditos, ni para el 60% del valor rebajado de una casa. En cambio financian al 100% las casas que han retirado a los que ya no podían pagar su hipoteca. Dan incluso la posibilidad de alquilar al precio que decida el inquilino. Al ser alquiler con opción a compra, todo lo pagado se resta del precio pactado. O sea, que los bancos se están garantizando el monopolio del mercado inmobiliario. Muchas casas quedan vacías y las familias se convierten en nómadas.

Me he mirado alrededor y creo que tantos letreros de “se vende o alquila piso/casa/garaje” esconden historias parecidas. He escuchado las noticias y parece que a gran escala los estados están en la misma situación: lo venderían todo para poder pagar sus deudas. Dentro de poco veremos los mismos letreros de venta en hospitales, universidades, aeropuertos, estaciones…

Yo pido un pequeño milagro: que todas las deudas sean perdonadas y que no haya más usura. No sólo que se perdonen las deudas de los países en vía de desarrollo, si no que se perdonen también las de los “excesivamente desarrollados”. Pido que una magia informática cancele todos los números rojos en las bases de datos. Son números, dígitos en un código de bytes, ni siquiera monedas de verdad. Pido que dejemos de ser esclavos de los bancos y del dinero como deuda. Pido que volvamos a una economía de riqueza tangible, en que el comercio vuelva en las manos de trabajadores, emprendedores y familias. Pido que se vuelva a las monedas que conocíamos antes, que todos los servicios se puedan pagar dinero en mano, sin pasar necesariamente por una cuenta virtual. Creo que ya hemos aprendido la lección. Ya basta de pagar por pagar y tener cada vez menos.

Gracias y feliz Navidad

Lisa V.